Tormentas solares y los satélites de comunicación
( Publicado en Revista Creces, Julio 2003 )

Los estallidos de partículas solares constituyen una de las principales amenazas para los satélites de comunicación. Pero hasta ahora no estaba claro como ello sucedía, ya que los campos magnéticos de la Tierra deberían protegerlos de todo lo que viene del espacio. Un físico inglés dice tener una respuesta que explica esta falla en la protección que debieran ejercer los campos magnéticos. Según demuestra, el campo magnético deflecta las partículas solares, pero sin embargo algo de ellas se transfiere a partículas aún más destructivas que se acumulan en el cinturón de radiación de la Tierra a 19.000 kilómetros de altura.

La Tierra continuamente es golpeada por el viento solar, constituido por partículas cargadas que son eyectadas desde el sol. Antes de llegar a la Tierra, nuestro campo magnético las desvía. Pero si se produce un gran incremento de ellas, como en el caso de la "Eyección Masiva Coronal" (EMC), el campo magnético llega a alterarse. (ver artículo: El Sol, Fuego Celestial) En 1997, cuando el satélite 50110 registró la venida de un EMC, se pudo comprobar una relación entre ella y el daño consecutivo producido en los satélites de comunicación. Durante la resultante tormenta magnética el satélite de telecomunicaciones Telstar 401, de un costo de 200 millones de dólares, dejó de trabajar. Junto con él, otros satélites durante la misma tormenta también fallaron, al ser golpeados por partículas y descargas eléctricas que los cargaron con cientos o miles de voltios.

Pero las partículas cargadas de EMC no pueden penetrar directamente el campo magnético de la Tierra. Más aún, comparado con la fuerza de las tormentas magnéticas, las partículas emitidas por el sol son mas bien de baja energía.

Richard Horne del British Antartic Survey en Cambridge sospechó la existencia de un fenómeno llamado de "ondas silbantes". Ellas son ondas complejas que se forman cuando partículas cargadas se mueven a través del espacio. Durante las tormentas con rayos se produce una extraña mezcla de ondas de alta y baja frecuencia que cuando son captadas por los fonos se oyen con él tono de pitos (de allí su nombre).

A Horne se le ocurrió que las ondas silbantes generadas por EMC podían afectar los cinturones de Van Allen, dos regiones de partículas altamente cargadas de energía que normalmente rodean la Tierra, y que permanecen retenidas por el campo magnético, a una altura de 19.000 kilómetros.

Con esta hipótesis Horne creó una simulación computacional del proceso y demostró que las ondas silbantes podían ser la causa de las partículas de alta energía en los cinturones de Van Allen y que permanecían allí hasta que colectivamente tenían suficiente energía como para escapar a la de la contricción de los cinturones. Sólo entonces las partículas atraviesan a lo largo de las líneas magnéticas, llegando algunas veces a impactar en los polos de la Tierra.

Horne señaló en el reciente Congreso del Kland National Astronomy, que son estas las partículas las que dañan a los satélites. Para confirmar su idea, él y sus colegas del British Antartic Survey captaron las ondas silbantes en su base de la Antártica, comprobando que llegaba a la Tierra una gran cantidad de ellas durante las tormentas magnéticas. Serían éstas las que descompondrían a los satélites de comunicación.

Ahora el problema es como proteger a los satélites instalándoles un escudo. Este tendría que ser de aluminio, pero eso significa agregar mucho peso, lo que eleva dramáticamente los costos de lanzamiento del satélite (Gerry Byrne. New Scientist, Abril 19, 2003, pág. 12).


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